La leyenda más polémica del alpinismo

Una mala experiencia durante la expedición que holló por primera vez en la historia el K-2 le llevó a entender el alpinismo como una experiencia individual

Es todo un referente literario para los amantes de este deporte

Walter Bonatti decidió escalar su vida en solitario. Una mala experiencia durante la expedición que holló por primera vez en la historia el K-2 le llevó a entender el alpinismo como una experiencia individual. Nacido en Bérgamo en 1930, se convirtió con apenas 24 años en uno de los hombres más importantes del montañismo mundial. Ha muerto en Roma, a los 81, como una leyenda y arropado por su verdad, la única.

Un aventurero Bonatti apenas sospechó que su primera gran excursión se convertiría en una suerte de obsesión vital. Tenía asignada la función de abastecer de oxígeno a la pareja de escaladores seleccionada para coronar la cima, Lino Lacedelli y Achille Compagnoni. Acompañado por Madhi, un portador pakistaní, se vieron sorprendidos al comprobar que el campamento de sus dos compañeros estaba más arriba del punto indicado. Voceó sus nombres, pero éstos eligieron el silencio y el cobijo de su tienda antes que el frío de la montaña. Se hizo la noche. Bonatti y Madhi quedaron a la intemperie, a 25 grados bajo cero. Aunque Madhi perdió un pie, pudieron salvar la vida y comenzó una larga historia de acusaciones entre unos y otros por lo ocurrido.

Cada cual sacó su propia lectura. Bonatti tomó como decisión temporal la de lanzarse al alpinismo sin más compañía que algún recuerdo personal en su petate. El solo abrió una nueva ruta en el pilar suroeste de la Aiguille du Dru, en 1955, un pilar que fue bautizado con su nombre y que curiosamente terminó de derrumbarse dos días antes de su fallecimiento.

El Mont Blanc, la primera ascensión al Gasherbrum IV, Cerro Mariano Moreno y el Rondoy North figuran en su lista de proezas en una época en que el material no ofrecía ni las ventajas ni la seguridad de hoy en día. El hombre frente a la montaña.

Continuó su idilio con las altas cumbres hasta que se sintió motivado en otro sentido. Optó por abundar en su curiosidad como viajero. Visitó innumerables países. Plasmó en libros sus nuevas experiencias y sus antiguas andanzas alpinas, convirtiéndose en todo un referente literario para los amantes de este deporte.

En 2004 fue investido como Caballero de Gran Cruz de la Orden al Mérito de la República Italiana. Perseguido por los oscuros acontecimientos ocurridos en el K-2, murió con la conciencia tranquila. La justicia estuvo de su lado en su momento. También sus dos enemigos, ya octogenarios, le concedieron la razón en un último acto de nobleza antes de abrirle camino por la pared más dura hacia el cielo.